Desaprender
A mi me enseñaron mal de pequeña como iba esto de la vida. Con el paso de los años he aprendido muchas cosas que tenía mal interiorizadas.
Me habían enseñado que al terminar Bachillerato tenía que elegir si o si a que quería dedicarme toda mi vida, e incluso posteriormente me trataron de convencer de que lo que yo había elegido era una idea pésima y que era mejor que me acomodase a lo que otros querían para mi.
Siempre he sido alguien rebelde pero cuando tus mayores argumentan decisiones sobre tu futuro basadas en su no experiencia… quien era yo para cuestionarlo con mi cerebro espongiforme? Cuando intenté hacerles entender que lo que yo pretendía para mi futuro era algo completamente contrario a lo que ellos me proponían me encontré con otro obstáculo, el económico. Explícale a una cria de 18 años cuando la mayoría de sus amigas se van a la universidad que ella no puede por ser de clase media baja y una falta general de ganas por parte de terceros de intentarlo.
Que sucede después? Fácil, estudias lo que otro quieren y lo sacas con nota, porque de nuevo te vuelven a hacer entender que aunque no te llene, de hacerlo hay que hacerlo bien y claro, en esa enseñanza iba implícita la de que “no todo el mundo en la vida tiene trabajos que le gustan pero que esos trabajos son los que te pagan facturas”. Otra enseñanza cuestionable.
Y llegados a este punto llegan los turnos del… ¿y que pasó? Fácil, tras once años en un trabajo que me aburría y me resultaba francamente desconcertante entendí, por un revés, que la vida se trata de lo que tú eliges no de lo que otros quieren, que tu decides a que y a quien tienes que deber lealtad, que nada es para siempre o que no hay certeza real en un “nunca”.
Aprendes que los mayores no siempre tienen razón, que hay gente infeliz en trabajos por su propio miedo a dar el salto a algo que les llene de verdad porque no todo el mundo está dispuesto a arriesgar ni todos quieren ver que hay al otro lado de la zona de confort.
Aprendes que la experiencia es un grado, si, pero que los errores de otros hablan de sus propios fallos, no de los tuyos ni de lo que se puede esperar de ti, que no siempre estaremos a la altura de aquello que de nosotros se espera y que otros tampoco lo estarán para nosotros y que no pasa nada. El que es buen orador no tiene porqué ser buen deportista y no es malo, no tenemos que potenciar que todos seamos buenos en todo pues tendremos a personas mediocres vagando por un mundo de incompetencia.
Creo que quienes me educaron (padres, abuelos, profesores…) lo hicieron lo mejor que pudieron y cuando alguien hace eso no se le puede pedir mas, pero con 34 años he comprobado de primera mano que muchas personas pretenden tirar tus sueños por tierra porque en sus propias proyecciones personales no hay cabida para algo semejante y siendo honestos, todos funcionamos por proyecciones y vemos como bueno algo en los demás que nosotros poseemos dentro pero también hacemos hincapié en lo malo de los demás en el mismo sentido.
Supongo que ahora que he desaprendido a nivel profesional, personal e intelectual me doy cuenta de que si toda la información que ahora poseo la hubiera tenido hace 20 años, mi vida estaría en un punto muy diferente y ojo, que nadie me malinterprete, no cambio nada de lo que he vivido para llegar hasta aquí pero si hubiera sido capaz de discernir unas cosas de otras como hago ahora, probablemente no hubiera tenido tantas veces esa sensación de estar perdiendo el tiempo o no encajar en lo que estaba supuestamente preparado para mi; ni en un trabajo que no me llenaba y solo pagaba facturas, ni estudiando años antes en un sistema educativo que no te enseña a aprender si no a vomitar conocimientos que para nada te sirven en muchas ocasiones posteriores, ni enfrascada en una relación sentimental que trajo mas perjuicio que beneficio haciéndome considerablemente infeliz solo por el placer de que era de lo que “de mi se esperaba por tener ya una edad”.
Afortunadamente no ha sido todo malo, estoy donde quiero estar, haciendo lo que mas deseo hacer y… sinceramente, sin preocuparme de si a los demás les gusta o no. Mi vida también tiene dos puertas, de entrada y de salida, ninguna de las dos está cerrada. Si todo esto no es libertad, no se que lo es.