Descanse en paz Señora Emilia
Ayer asistí al funeral de la abuela de un AMIGO, lo pongo en mayúsculas porque es de esas amistades que perduran a lo largo del tiempo sin tener esa imperiosa necesidad de contacto diario, pero que se alegran por lo bueno que te sucede y se tumban contigo en el suelo cuando no te quieres levantar.
Creo que nunca había estado en un funeral en que se acaba con un emotivo aplauso en la iglesia. Me pareció una despedida bonita en que el reconocimiento a una vida quedó demostrado tanto por parte de los hijos (12 nada menos) como por parte del propio sacerdote.
Qué golpe de humildad y qué suerte tengo de conocer a alguien que forme parte de una estirpe semejante.
La Señora Emilia, que así es como se llamaba, tuvo 12 hijos, 6 varones y 6 mujeres, que ayer estaban congregados en torno a sus restos mortales en una capilla, muchos muy tristes y otros con una sonrisa dentro de la pena sabiendo que lo que aquella mujer había conseguido era el descanso tras una vida esforzándose por hacer felices a quienes le rodeaban.
El padre de mi amigo le escribió unas palabras haciendo un reconocimiento a toda su vida, desde cómo les cuidó de pequeños, a la actualidad en que leía un libro con viñetas que le hacían reír a carcajadas.
Yo no soy creyente, realmente nos han vendido una mentira (o así lo veo yo) pero supongo que esto de la fe es como las alcachofas, nunca te gustan, las ves y huyes en dirección contraria, pero rezas porque aparezcan en el desierto si estás perdido tras 15 días sólo bebiendo agua.
Ayer no me quedé para nada con el ritual cristiano, me quedé con las palabras dedicadas por los allí presentes y con la idea de que la Señora Emilia debió ser una gran mujer y una bellísima persona, y consiguió lo que mucha gente no conseguirá ni aunque se esfuerce, ir haciendo un camino bonito lleno de flores, para que cuando vuelvas la vista atrás sepas que lo que sembraste es lo que recoges y lo mejor de todo, de manera altruista, simplemente porque a ti te da felicidad y no pides nada a cambio.
Supongo que ese es el camino que yo quiero dejar. Siempre digo que huyo del drama, del propio y del ajeno, porque lamentablemente hay gente que se debate en el drama por drama y considera que eso los llevará lejos, pero yo no soy de esa gente.
Admiro a las personas que van con una sonrisa desentonando con el mundo, que dan lo que tienen sin pedir nada a cambio y que lo hacen por convicción propia, no por recibir halagos o porque se lo diga un libro escrito para someter por miedo. Lo hacen porque eso les hace bien y le hace bien al resto. Simple pero complejo a la vez.
Descanse en paz Señora Emilia, no la conocí, pero en cierto modo ha sido usted un gran descubrimiento.