Día 1 de febrero de 2025
Cuando Peper abandonó la cafetería, Marc supo que algo no iba bien. Pasó de estar tranquila y relajada, a ponerse tensa tras recibir un mensaje en su teléfono. Al principio no quiso pensarlo, se limitó a verla abandonar el lugar a toda prisa, pero un presentimiento le dijo que algo no iba bien.
Unas horas después, se confirmaron sus sospechas. La llamada en su teléfono de La Central, le hizo estremecer. Eran pocas las veces en que llamaban a los del equipo directamente, siempre mensajes de texto cifrados y cortos; una hora, unas coordenadas para un lugar… pero casi nunca llamadas directas.
- ¿Diga? - preguntó Marc.
- La psicóloga ha recibido una paliza en su domicilio, se han interceptado las transmisiones de la Policia Local, creen que ha sido un encuentro fortuito con unos ladrones pero no estamos convencidos de que esto sea así. El Caso Olmedo pasa a ser prioridad absoluta, reúne a un equipo e investigad sin levantar sospechas. Tienes la dirección de la psicóloga en un mensaje, una vez abierto, caducará a las 30 segundos, memorízalo. Mantenme informada y tened cuidado.
- Recibido.
Y al otro lado del teléfono, los tonos de fin de llamada.
No sé hacían preguntas, Marc lo sabía, pero un sentimiento de rabia le invadía. Debía haber hecho caso a su presentimiento pero.. ¿qué podía hacer él? ¿Haberla seguido? La acababa de conocer y a penas sabía nada de ella, una conversación en una cafetería no era suficiente para que Lovegood le diera información sobre Peper. Ahora le tocaba el trabajo de campo pero primero leer el mensaje, después reunir al equipo y luego ir al lugar a ver que encontraban.
En cuanto estuvieron reunidos, pusieron rumbo al domicilio de Peper. Por el tiempo que habita transcurrido desde el incidente, era probable que aún hubiera policia en el lugar, por lo que se camino iban trazando el plan.
- No podemos levantar sospechas, pero debemos obtener todo lo que podamos para saber quién estuvo exactamente en el domicilio de la psicóloga. - dijo Marc.
- ¿Y cómo lo vamos a hacer? - preguntó Joseph.
- Primero nos repartiremos por el lugar y veremos si aún queda alguien por allí. Es un pueblo pequeño, sabrán que somos de fuera, Hull y Weiner os haréis pasar por periodistas, al ser un pueblo pequeño a la gente le va a gustar el momento de gloria y podremos recabar algo de información. Mientras tanto, Joseph y yo entraremos por una ventana, iremos más rápido para coger huellas y analizar evidencias. Preguntas a alguna vecina si ha visto u oído algo en el domicilio durante la tarde. Frente al domicilio hay un taller, preguntad por coches que no les sonarán, modelos, matrículas… toda información es poca y podremos también luego discriminar aquella que esté sesgada.
- ¿Qué buscaremos nosotros exactamente? - preguntó Joseph.
- Según Lovegood, la psicóloga ha recibido una paliza esta tarde, en la tarde de hoy, en la cafetería, le llegó un mensaje y le entró la prisa por volver a casa, debemos ver si se encuentra el teléfono en el lugar para creer lo que ponía. Los indicios de la Policía Local apuntan a un robo en su domicilio, ella los sorprendió y le dieron una paliza, pero es demasiada coincidencia y menos cuando todos sabemos cómo se las gasta Olmedo. Hay que encontrar todo lo que pueda relacionarlo con el caso, revisado su domicilio, iremos al Hospital.
- Vamos a pillar a ese cabrón entonces - dijo Joseph
Marc había consultado la dirección de Peper en las bases de datos. En el perfil que poseían de ella la unidad ponía que vivía sola con su perro, Coco, un pomerania color marrón claro. Hacia deporte tres veces por semana, y tenía un pequeño despacho donde asistía como Psicóloga Clínica. En su contacto en caso de emergencia ponía Rachel, y entre paréntesis, hermana.
El domicilio se localizaba en la segunda planta de un inmueble que tenia otra planta más. En la planta de abajo no vivía nadie de forma constante, pues era un piso vacacional. Por las imágenes obtenidas vía satélite, Marc pudo observar una terraza en la parte trasera. No parecía difícil poder acceder de una terraza a la otra, pudiendo así colarse en casa de Peper, pero había que comprobarlo sobre el terreno.
Marc sentía curiosidad, no sabía a penas nada de ella, pero estaba preocupado. Le habían dado una paliza que la había mandado al hospital, ¿estaría bien?¿habría visto el rostro de sus asaltantes? Quería llegar ya al domicilio para recabar toda la información posible y poder ir al hospital.
Joseph lo sacó de sus pensamientos.
- hemos llegado - dijo.
Marc salto en su asiento.
- vosotros, bajad aquí, el domicilio es aquel inmueble de allí, segunda planta. Si los tipos la esperaban dentro de casa, alguien tuvo que verlos entrar. Vamos a dejar la furgoneta por la parte de atrás, este será el punto de encuentro, y lo dicho, no levantéis sospechas, ¿entendido? Nadie debe deber que hemos estado aquí.
- entendido jefe - contestó Hull
- todo controlado - respondió Weiner.
Ambos se apearon de la furgoneta y caminaron calle abajo. Marc y Joseph condujeron hasta dejar la furgoneta por detrás de la casa de Peper, en un camino oscuro que daba al río.
- Por detrás tenemos esa terraza, si trepamos por el tejado de la cochera hasta la primera planta, podremos acceder al piso de la psicóloga. Vamos a esperar por si se vieran luces o movimiento en el interior y nos acercamos. Al ser un pueblo tan pequeño es probable que Policía Judicial no se acerque hasta mañana por la mañana.
Una vez hubieron comprobado que no había luz en el interior, accedieron al inmueble según el plan descrito. Subir al tejado de la cochera fue sencillo, primero accedieron por el techo de la furgoneta, caminaron por el tejado hasta la terraza del primer piso y posteriormente se colgaron de la barandilla del segundo apoyados en la del primer piso. La puerta de la terraza de casa de Peper estaba entre abierta. Quizás quien la atacó utilizó ese mismo camino. Esa puerta dab directamente a la cocina.
Marc, armado, abrió la puerta despacio, evitando que hiciera ruido y escuchando por si pudiera quedar alguien en el interior. Silencio y oscuridad. Seguido por Joseph entraron al interior de la cocina. La luz de la luna entraba por la ventana, la persiana estaba levantada y permitía ver con bastante claridad. La cocina no era muy grande, estaba todo ordenado, había un cenicero sobre la encimera pero estaba vacío, no tenia colillas pero si ceniza.
Peper no fumaba, cuando Marc habló con ella no desprendía ese olor a rancio típico de los fumadores, ni tampoco tenía dedos con restos de nicotina amarillentos, por lo que decidió llevárselo el cenicero por si fuera una prueba.
De la cocina se accedía a un distribuidor en que se encontraba, de frente, lo que parecía ser la puerta principal. A su izquierda, un aseo, y al lado de la puerta de acceso a la vivienda, otra habitación. Tenía la persiana bajada por lo que Marc y Joseph encendieron sus linternas.
El panorama era desolador. Dos charcos de sangre contiguos seguían en el suelo. Marc imaginó que pudieran ser de Peper y Coco pues no se veía al perro por ningún sitios y una foto de Peper jugando con él estaba sobre la mesa de centro.
Habia muchas huellas, muchas entraban y salían del charco de sangre. Marc decidió sacar fotos de toda la estancia mientras Joseph se centraba en la puerta de entrada.
- Deberías ver esto - susurró Joseph a Marc.
Marc se acercó donde su compañero.
- La puerta principal del piso no está forzada - dijo Joseph
- Eso quiere decir que, o bien la estaban esperando dentro y entraron por una ventana, o timbraron y abrió la puerta creyendo que fuera alguien conocido, o alguien con la llave entró al piso. Dudo mucho que estando nerviosa como estaba hubiera abierto la puerta sin preguntar o mirar por la mirilla, y tampoco creo que sea tan sencillo que alguien entrase con la llave. Estando la puerta de la terraza abierta creo que accedieron por ahi, quizás uno y abrió al otro una vez dentro. - manifestó Marc
- ¿crees que eran mas de uno? - dijo Joseph
- estoy convencido, en el salón hay muchas huellas mezcladas con la sangre, pero solo hay dos sobre la alfombra que se dirigen al sofá del fondo. No creo que los médicos o la Policía Local estuvieran sentados allí esperando. Peper no fuma pero aquí huele a tabaco. Alguien se tomó la molestia de esperarla para darle una paliza y removió los armarios y cajones de cocina para buscar un cenicero, cenicero que una vez encontrado y con los nervios de la situación no se molestaron en guardar ni en limpiar. El cenicero de la cocina tenia ceniza, creo que es de la misma persona que estaba sentada en el sofá, habrá que mandarlo al laboratorio por si tuviera huellas. Creo que uno esperaba mientras el otro se encargaba de limpiar y no dejar huellas, pero con las prisas y los nervios, se le olvidó cerrar la puerta de la terraza, recogeremos huellas de la puerta de principal y de la de la terraza y revisaremos el resto de la casa por si encontramos algún objeto que pudiera hacernos sospechar que fue el arma con que la golpearon. En mi opinión eran solo dos, tres hubieran levantado sospechas en un pueblo tan pequeño pero ¿dos? ¡Pueden hacerse pasar hasta por periodistas! - dijo Marc en tono jocoso.
Joseph sacó huellas de los sitios que dijo Marc y Marc continuó avanzando por el pasillo, estancia a estancia, analizando lo que se encontraba. En la primera puerta de la derecha, en la habitación contigua a la cocina, estaba el despacho de Peper. Tenia un escritorio grande blanco al fondo de la estancia y en la parte más cercana a la puerta, un pequeño sofá de dos plazas frente a un sillón.
A ambos lados de la mesa, en las paredes, dos estanterías repletas de libros. Marc se acercó y alumbró a una foto en que aparecían Peper, una mujer a la que se parecía mucho, y una mujer mas joven. En brazos de Peper estaba Coco.
- ¿su hermana y su madre? - pensó Marc
Las paredes de la estancia estaban adornadas con las orlas y reconocimientos académicos de Peper, expuestos en marcos muy sencillos de color negro sobre una pared blanco roto.
La siguiente estancia era el dormitorio principal. Dos mesillas de noche custodiaban una cama de 1,50m. Numerosos cojines y almohadas apoyaban sobre el cabecero. En cada mesilla de noche había libros, libros y más libros, y de cada lado del cabecero salía una pequeña lampara color negro. El cabecero era negro e iba a juego con las mesillas de noche y el armario, que se encontraba al fondo de la estancia.
El armario tenía puertas correderas, una de las puertas estaba ligeramente caída, como a punto de salirse del carril. Quizás era fruto de la casualidad pero Marc quiso echar un vistazo.
A los pies del armario estaba la cama de Coco, con una pelota de colores. Al intentar mover la puerta, estaba atascada.
- que raro - pensó.
Trató de moverla, pero era imposible, la puerta no circulaba con normalidad, algo se lo impedía, un trozo de papel.
Cuando se agachó a cogerlo, fue cuando comprobó que se trataba de una foto. La consiguió destacar y por fin movió la puerta. Quien quiera que hubiera ido por Peper, sabía que lo que quería estaba allí, y esa foto era una pista. En ella se veía a dos niños y una niña de de unos siete u ocho años agarrados, en lo que parecía la celebración de un cumpleaños. Decidió guardarla en el interior de su chaleco y seguir buscando en el interior del armario. En la balda superior había una caja de cartón con dibujos de billetes de avión. No era muy grande pero tenía movida la tapa.
En el interior de la caja, Peper tenía las fotos en sobres catalogadas por fechas, y solo un sobre estaba del revés, el que ponía año 1994.
Decidió sacar ese sobre con mucho cuidado y guardarlo junto a la foto en el interior de su chaleco.
Joseph ya había terminado de recoger huellas y se dirigió a peinar lo que quedaba del piso. Al final del pasillo había una habitación grande llena de cajas vacías, y en medio entre esta habitación y l el dormitorio principal, un baño. Sobre el lavabo se enviaba el maquillaje de Peper y un frasco del perfume 212 de Carolina Herrera.
Revisadas las estancias, decidieron abandonar el lugar. Volvieron a salir por la puerta de la terraza y la dejaron igual que se la habían encontrado, arrimada pero sin cerrar. Cuando Marc estaba colgado para dejarse caer a la terraza del primer piso, algo le llamó la atención; una colilla de un cigarro en el suelo de la terraza de Peper, justo debajo de la barandilla. La cogió y se la pasó a Joseph para que la guardara en otra bolsa de pruebas mientras él terminaba de bajar.
Ya en el tejado del garaje y sin hacer ruido, pasaron al tejado de la furgoneta y de ahí a su interior.
Marc arrancó la furgoneta con las luces apagadas y salió por el callejón por el que había entrado. Casi habían pasado dos horas desde que entraron en casa de Peper. Que rápido había pasado el tiempo.
Hull y Weiner estaban al final de la calle, donde los habían dejado, escondidos en la oscuridad. Salieron al encuentro al ver el furgón Wolkswagen negro acercarse.
Traemos buenas noticias, jefe - dijeron.