Marc se dispuso a leer la carta. Tiempo atrás había formado parte de un selecto grupo dentro de las fuerzas policiales. Había sido entrenado en muchas disciplinas, entre ellas kick boxing, técnicas de combate cuerpo a cuerpo y tiro selecto. Fueron muchos los años que se dedicó a perseguir a gente mala, mala de verdad, pero eso había quedado atrás.
Cuando conoció a Peper aún llevaba esa vida. Se conocieron en el caso del Estado contra Olmedo. Santiago Olmedo era un empresario argentino venido a menos en la crisis del ladrillo de 2009 a 2013. Cuando su empresa estaba apunto de quebrar, decidió cambiar el mercado de la construcción por el de la trata de blancas.
Las traía a nuestro país con la promesa de llevar la contabilidad de sus empresas constructoras, pero eso nunca sucedía. Cuando esas mujeres ponían los pies en nuestro país, les quitaban sus pasaportes y las repartían por la geografía española en diferentes prostíbulos.
Actuaba sin escrúpulos, a él solo le importaba el dinero y le daba igual si eran mayores o menores de edad, para él esas mujeres eran billetes que le permitían llevar su lujoso estilo de vida, pero todo eso cambió.
Tras meses de operación siguiendo su paradero por la geografía Española, finalmente las fuerzas del orden dieron con él. Olmedo se encaprichó de una de las mujeres que había traído a su macabro negocio y la joven pudo escapar, delatándole y consiguiendo así los cuerpos policiales dar con su paradero.
Peper era psicóloga forense y trabajaba en ocasiones auxiliando a los Jueces y Tribunales en casos complejos, muchos de ellos sin ni siquiera repercusión mediática. El Caso Olmedo fue una de esas ocasiones.
En su primera visita para entrevistarse con Olmedo, Marc formaba parte del personal de seguridad encargado de su custodia. Fue ahí cuando se conocieron. Al acceder a la sala en que estaba Olmedo, Peper se fijó en un policía alto y corpulento que se encontraba de pie tras olmedo. Pudo notar como clavaba en ella sus ojos, pero mantenía un semblante tan serio, que era imposible leer las facciones para poder descifrar algo más.
Olmedo era un tipo bajito y gordo. A penas tenía pelo en la cabeza y la parte superior de su boca estaba adornada con un bigote muy fino y cuidado que era francamente ridículo. Sus ojos eran marrones, de un marrón tan oscuro que apenas se podía discernir del negro. Tenía las manos esposadas sobre la mesa, entrelazando sus dedos regordetes con la mirada fija en los movimientos de Peper.
Su postura no era para nada relajada, estaba tensionado y marcando descaradamente la distancia, definiendo claramente su postura frente a Peper. Ella le hacía preguntas, tratando de mantener una conversación fluida pero él no respondía. Se limitaba a mirarla con intención de intimidarla pero no lo conseguía.
Era difícil para Peper leer la personalidad de Olmedo cuando éste estaba controlando perfectamente todo su lenguaje no verbal, pero ella no perdía la esperanza. Los tipos como Olmedo creen que las mujeres son objetos de usar y tirar, a los que hay que exprimir, pero a Peper esto no la intimidaba. Tarde o temprano Olmedo acabaría cediendo y entrando al trapo porque si hay algo que le jode de verdad a los hombres así, es dar con una mujer que es mas inteligente que ellos, y si alguien cabía en ese perfil, esa era Peper.
A la salida de dependencias, Peper se encontraba exhausta y decidió acudir a la cafetería del lugar a comer algo antes de retomar el viaje de vuelta a casa. Marc y sus compañeros se encontraban en el establecimiento tras el cierre de servicio y él la vio nada mas entrar.
No sabía si dirgirse a ella o no, pero al verla allí sola no pudo menos que acercarse.
-Hola, soy Marc, ¿Peper no?, yo formaba parte del cordón policial ahí dentro - dijo Marc - ¿como te encuentras? es un tipo duro de roer el tal Olmedo.
Peper no pudo evitar fijarse en que de cerca, Marc era aún más alto de lo que aparentaba en la ocasión anterior, le sacaba una cabeza. Tenía el cuerpo definido y unos ojos semi rasgados que la estaban observando mientras sonreía esperando una respuesta. Peper por fin reaccionó:
-Si, soy Peper, encantada - dijo sonriendo. - Supongo que tarde o temprano acabará dejándome entrar a lo que sea que albergue ahí dentro - añadió.
Marc sonrió. La veía tan pequeñita y frágil, que le parecía una contradicción que fuera capaz de lidiar con tipos tan duro como Olmedo.
-Olmedo es un tipo listo, ya se habrá asesorado y sabrá lo que le conviene, no le interesa tener aún a más gente en su contra, y menos con todo lo que le imputan, pero en fin, el sabrá, por fin lo hemos cogido que es lo importante. - dijo Marc.
-Yo tengo asignadas mas sesiones con él en las próximas semanas, espero sacar algo en claro para entonces, de momento hoy voy a comer algo y a volver a casa, estoy agotada de la sesión que tuvimos y todavía me queda conducir casi un par de horas y es viernes, debería estar prohibido trabajar los viernes! - dijo Peper entre risas.
Marc soltó una carcajada. Era la primera vez que Peper le veía reír y sin su serio semblante, parecía alguien agradable y le resultaba muy atractivo. Muchas preguntas se agolpaban en su cabeza conforme avanzaba la conversación y todas eran, probablemente, improcedentes para hacer a alguien que acababa de conocer.
Mientras hablaban, al móvil de Peper que se encontraba en la barra del bar le llegó un mensaje. En la pantalla estaba el sobre del mensaje pero no venía de ninguno de los contactos de su agenda, si no de un número desconocido. Al abrir el mensaje Peper no podía creer lo que estaba sucediendo, no hacía ni dos horas que había estado con Olmedo y ya había recibido la primera amenaza.
"Deje sus rollos de loquero para quien quiera escucharlos o aténgase a las consecuencias"
Seguido de la frase una foto de la puerta de su piso con la hora, 15:47. Miró rápidamente los metadatos de la foto, la foto estaba hecha en ese mismos instante en su dirección.
Marc se dio cuenta de que algo no iba bien, el semblante de Peper había cambiado por completo y pasó de estar en una conversación animada a estar completamente seria, desencajada.
Peper se despidió con prisa de Marc, probablemente se verían en las siguientes sesiones y ya tendrían ocasión de hablar más largo y tendido pero ahora tenía que volver a casa.