Tras la visita al hospital, Marc se puso en contacto con Úrsula por teléfono.
- Tenemos información relevante, vamos a descansar y mañana a última hora de la mañana le presento el informe con todo lo que hemos obtenido. - dijo Marc a su jefa.
- Creo que no podrá ser. Necesito veros a primera hora, a todos, en la oficina, la situación ha cambiado.
- Recibido, allí estaremos.
A la mañana siguiente, el equipo al completo viajaba en la furgoneta de camino a la base. Marc les dijo que había ocurrido algo pero ninguno de ellos podía imaginar lo que podía estar sucediendo. Por fin llegaron a las antiguas oficinas.
Cuando la furgoneta entró en la rotonda, el edificio azul de siete plantas, se erigía majestuoso reflejando la luz solar. Muchas personas caminaban entre los locales de la parte baja del mismo, ajenos a que en su interior albergaba una unidad policial de máximo secreto, o eso se creían hasta entonces. Marc no pudo evitar mirar la cafetería en que había estado con Peper la última vez que la vio, justo antes de que todo ocurriera. El recuerdo de ella postrada sobre la cama era difícil de olvidar.
Condujo la furgoneta hasta la parte de atrás y aparcó la furgoneta en su plaza de aparcamiento. Todo el equipo se introdujo en el ascensor, directos hasta la última planta. Cuando las puertas se abrieron, Úrsula los estaba esperando en el rellano. Un murmullo incesante podía escucharse al otro lado del pasillo.
- Tú y tú, seguidme. - espetó Úrsula en tono serio señalando a Marc y a Joeph. - vosotros dos, esperad aquí - afirmó mientras abría las puertas que los separaban de las oficinas.
Sin mediar palabra, se giró y encaminó hacía la sala de juntas. En los cubículos de oficinas que había a lo largo del pasillo, el personal estaba metiendo a toda prisa la información en cajas de cartón. Parecía como si fueran a marcharse de forma inminente. El murmullo inicial, pasó a convertirse en gritos y carreras. Muchas personas aceleradas, cargando cajas y corriendo de un lado a otro para terminar los más rápido posible.
De algunas de las cajas podían verse asomar las pantallas y los teclados con los cables colgando, de otras mensajes como "información clasificada". o "confidencial". Marc y su equipo miraban atónitos la escena mientras caminaban detrás de Úrsula, que parecía estar ajena a todo lo que estaba sucediendo.
Marc no entendía nada, ¿qué estaba sucediendo?
Por fin llegaron a la sala de juntas. En ella sólo quedaba la mesa y tres sillas. Las paredes estaban desprovistas de los cuadros que acostumbraban a tener con el emblema de la unidad, no había banderas, ni plantas, tampoco el ordenador desde el cuál solían proyectar la información de sus investigaciones. Faltaban la pantalla del proyector y del cable colgaban los cables, en el lugar donde el propio proyector estuvo instalado el día antes. Ahora solo estaban la mesa y las sillas.
- Tomad asiento - dijo Úrsula. - Tenemos un problema grave. Como habéis podido observar, estamos recogiendo esto a la mayor brevedad. El Caso Olmedo ha pasado a ser prioridad total para todos y no solo para vosotros. En el traslado de la sala de interrogatorios a su celda en la parte baja, alguien lo ayudó a escapar y ahora mismo no sabemos dónde se localiza.
- ¡¿Cómo?! - gritó Marc, mientras miraba a Joseph, situado frente a él.
- No tenemos muchos datos de su fuga, ni menos aún de su paradero. Creemos que alguien siguió a Peper para dar con el paradero de Olmedo, y que dentro, tenemos un topo, porque la persona que le ayudó a escapar conocía al dedillo todos los lugares donde hay cámaras, los horarios de los cambios de guardias. Estamos interrogando a todas las personas que estaban en el edificio esa mañana. Esta mañana hemos recibido un paquete de Olmedo. En su interior venía una carta redactada con sangre y un vial que contenía la misma. La carta ponía lo siguiente - dijo Úrsula mientras abría su móvil.
"¿Os pensabais que me ibas a pillar? no hay nada que no compre el dinero, y lo siguiente que voy a hacer es arruinar vuestras vidas, sacar vuestras asquerosas caras en todos y cada uno de los periódicos de este país, así como marcar con una x bien grande el lugar en que me habéis tenido, para que todos sepan a lo que os dedicáis en ese edificio de mierda. Lo que le hice a la psicóloga es sólo el principio, dejad de buscarme o no será solo un susto, cómo fue con ella, comenzarán las muertes.
Primer aviso."
- Bien - continuó Úrsula.- Ya tenemos un nuevo lugar al que ir, de ahí que toda la gente esté agilizando el proceso de forma inminente. Olmedo está loco y en cualquier momento puede sacar a nuestra unidad a la luz, y con ello, la seguridad de los nuestros se pondría en peligro, sin contar con la cantidad de información clasificada que tenemos en nuestras dependencias. No podemos permitirlo.
Marc y su equipo se encontraban completamente en shock. ¿Cómo había podido suceder cosa semejante?¿un topo?¿En la unidad? no podía ser.
- Jefa, nosotros hemos recopilado información en casa de la psicóloga y en el hospital. Con ella no pudiemos hablar, pero no cabe duda de que fueron los matones de Olmedo los que le hicieron eso. Por otro lado, en su casa hemos recogido unas huellas y una colilla - dijo dejando todo sobre la mesa conforme hablaba - por si pudiera servir para identificar a las personas que le hicieron eso. Por otro lado, los chicos hablaron con los vecinos, y pudieron ver como un coche estuvo la tarde anterior a la reunión de la psicóloga con Olmedo y la misma mañana. No pudieron confirmar si la siguió, ni si estaban en el vehículo, pero dado que el pueblo es pequeño, es más que probable que la siguieran hasta aquí. Por otro lado, encontramos unas fotos en su casa, alguien estuvo rebuscando en su armario pero no pudo llevarse todo lo que quería. No se quien son las personas que salen pero creo que puede ser importante para saber algo más sobre la relación de Olmedo para con la psicóloga. - dijo Marc acercándole la foto. - En esta carpeta están todas las conversaciones grabadas con lo manifestado por los vecinos.
- Mandaré esto al laboratorio ahora mismo para ver si tenemos algo, vosotros mientras tantos recoged todo lo que tengáis aquí, en un par de horas recibiréis cifrado el lugar de las nuevas oficinas. No confiéis en nadie e investigar quien pudo ser el topo y porqué ayudo a Olmedo a escapar. Pedid las cámaras de todos los locales de la avenida para saber cómo pudo esfumarse Olmedo, necesitamos encontrarlo, y necesitamos encontrarlo ya. - Dijo Úrsula diligente. - Sólo os quiero a los dos en el caso, no me fío de nadie, Hull y Weiner que se vuelvan al hospital, sin levantar sospecha, por si Olmedo decidiese rematar lo que comenzó.
- A la orden. - contestó Joseph.
- Lo encontraremos - contestó Marc.
Ambos se levantaron y abandonaron el lugar. A la llegada al vestíbulo, Hull y Weiner seguían en el lugar.
- ¿Qué está pasando aquí? - preguntó Hull.
- Olmedo ha escapado, nos dividiremos, vosotros ir a cubrir el hospital, por si vuelve a por la psicóloga, nosotros tenemos otras cosas que hacer - refirió Marc en tono serio.
- Recoged vuestras cosas y esperad nuevas instrucciones, no dejéis nada en la taquilla. - dijo Marc.
- Recibido jefe - respondió Weiner.
Tras recoger sus cosas, Joseph le dijo a Marc de ir a su casa. Estaba a unos 40 minutos de donde se encontraban ahora y era un lugar aislado, por lo que a Marc le pareció buena idea.
Durante el trayecto, evitaron hablar de todo lo relacionado con su trabajo. Joseph le advirtió de que en su casa estarían su mujer y sus hijas, pero que tenía un despacho en la parte inferior y que nadie les molestaría. Su mujer tenía un centro veterinario y la finca en que todo estaba localizado era bastante inmensa, en una de las esquinas la vivienda, y en la otra el centro. Al lugar se accedía por un camino que serpenteaba entre bosques, un lugar de ensueño si querías desconectar del incesante ruido de la ciudad.
Al llegar, Marc vislumbró una muralla de piedra de un par de metros. Joseph pareció leerle la mente:
- Isabella tiene un refugio donde recoge todos esos animales que la gente abandona, de ahí lo alto de los muros, no queremos que ninguno de ellos se escape y tenga problemas.
Marc se quedó atónito. Condujo hasta la puerta que daba al refugio y paró el coche frente a la misma. La voz de una mujer al otro lado del interfono le sacó de su ensimismamiento:
- Hola, buenas tardes, ¿qué desea? - dijo Isabella
- Soy yo cariño, vengo con mi compañero, Marc, ábrenos. - dijo Joseph.
Instantes después la puerta metálica se abrió dejando ver un lugar majestuoso. A la izquierda se encontraba el centro donde Isabella trataba a sus pacientes, y frente a ellos se extendía un campo de varias hectáreas donde se observaban diferentes parcelas con animales muy variopintos; cerdos vietnamitas, una llama, caballos, perros de todas las razas...
Isabella se acercaba hacia el coche mientras Joseph salía del mismo.
- Hola cariño - dijo mientras le daba un beso - ¿las niñas?
- Están dentro - contestó sonriendo - Esta tarde nos han traído una gatita que estaba abandonada en una caja de cartón y Alia solo quiere que darle biberones de sus muñecas, la gata se enfada y no para un minuto.
Marc se acercó a ellos
- Isabella, este es Marc, mi compañero, hemos venido porque tenemos unas cosas que hacer del trabajo, no te molestaremos. - dijo Joseph señalando a Marc.
- Encantado - dijo Marc.
- Igualmente - dijo Isabella. - He oido hablar mucho de ti, me alegra poder por fin ponerte cara!! os dejo, no vaya a ser que cuando entre, en lugar de dos hijas tenga que atender a dos hijas y un gato - dijo Isabella entre risas mientras se iba de nuevo al trabajo.
- Este es el lugar donde estoy cuando no estoy en el trabajo - dijo Joseph. - Aquí trabaja mi mujer. Por ese camino se va hacia nuestra casa. Quisimos tener una cosa separada de la otra en la misma finca para que los clientes que dejan a sus animales el fin de semana, sepan diferenciar lo personal de lo profesional y no nos molesten por le hecho de ver luz en casa, como ves, desde aquí nuestra casa no se ve, se esconde tras aquellos árboles. Si ocurre algo, duramos poco en llegar al centro, pero podemos disfrutar de nuestra intimidad. Vamos a casa, tenemos mucho trabajo por delante. - Dijo Joseph mientras se acercaba de nuevo al coche de Marc.
Marc subió de nuevo al coche y, siguiendo las indicaciones de Joseph, circuló por el camino que pasaba paralelo al refugio. Atravesaba diferentes parcelas donde Marc pudo ver más de cerca a todos los animales. Al fondo de todo, casi llegando a su casa, se encontraba un pequeño edificio de una sola planta entero de cristal. Marc preguntó a Joseph para que era, y Joseph le respondió que es donde guardaban todas las aves exóticas que iban rescatando y que necesitaban calor, pues en el norte, conseguir temperaturas tropicales no era tan sencillo.
- Tienen un sistema los cristales que regulan automáticamente la luz que dejan pasar al interior para que los animales siempre tengan condiciones óptimas. Tiene unos sensores que miden la intensidad de la luz y la temperatura, para que haga el clima que haga fuera, los animales no lo noten. Es increíble. - contestó Joseph.
Al final del camino se veía un edificio entero de piedra, un pazo. El sol daba de lleno en el suelo empedrado y la fachada se veía muy señorial.
- Bienvenido a mi humilde morada - dijo Joseph
Marc estaba atónito. Aquello era inmenso y el contraste de piedra y ladrillo del tejado, le daba un toque moderno que le encantaba.
- Wow tío, menuda casa! ¿de verdad vives aquí? - dijo Marc.
- Si, Isabella y yo nos trasladamos aquí cuando nos casamos. Es el pazo de su familia, heredado de generación en generación. Es un poco grande, pero nos permite tener tranquilidad y las niñas campan a sus anchas sin que tengamos miedo de coches o el bullicio de la ciudad. Ven que te lo enseño. - Dijo Joseph emocionado.
Ambos bajaron del vehículo. Marc siguió a Joseph hasta la puerta principal. Al abrir la pesada puerta de madera, accedieron a un recibidor en el cual había un perchero donde dejar los abrigos. Ambos se quitaron las cazadoras y las dejaron colgadas. La puerta estaba abierta y desde el propio recibidor se podían ver tres escalones de piedra que daban a un salón enorme. En el medio de la sala, un sofá frente a una mesa y al fondo, en la pared, una chimenea completamente de piedra. Sobre la chimenea se podían ver fotos y retratos familiares. Era una estancia de dos alturas, a la derecha de la misma una escaleras accedían al piso superior.
- Por esa escalera está el distribuidor que da a los dormitorios y a la sala de juego de las niñas. Cada habitación tiene su propio baño. La nuestra, a mayores, tiene un vestidor. Por ahí - dijo Josep señalando un pasillo que salía a izquierda- se va a la cocina, al comedor, y al otro baño, el de la planta inferior, y por ahí - dijo Joseph señalando al frente, a una puerta que estaba a l lado de la escalera, se va a la zona de estar, el salón donde tenemos la televisión. Ahora - dijo esta vez señalando a la derecha, al lugar donde se encontraba la escalera - es por donde tenemos que ir.
Marc siguió caminando junto a su amigo por un pasillo que había a la derecha.
- Por esta puerta se va a la cochera - dijo Joseph señalando a su izquierda - y por esta se sube a las dos habitaciones de invitados - dijo esta vez señalando a su derecha.- Y ahí, al final del todo, está mi rincón.
El final del pasillo estaba franqueado por una puerta. Al lado de la misma había una caja en la que Joseph introdujo un código.
- Esto lo hago por seguridad. Tengo mi armero, con muchas cosas del trabajo que no quiero que vea nadie. Tampoco quiero que las niñas puedan entrar y salir, puede ser peligroso. - dijo Joseph leyendo la mente a su amigo. - Et voilá, aquí es donde vamos a trabajar - la puerta se abrió justo en ese instante.