Día 8 de febrero de 2025
Marc examinó con detenimiento la carta. No encontraba mucho sentido a la frase en medio de la hoja.
8.“En un instante, mientras las olas rompían contra las rocas, comprendió que, al igual que el mar, los secretos no se pueden contener por siempre. Tarde o temprano, la marea los arrastra, y el pasado sale a la superficie. De nada sirve intentar huir, de nada sirve intentar esconderse en iglesias cuando el agua ha llegado ya a las Catedrales.”
El número ocho tampoco parecía estar ahí por casualidad. Peper ya se encontraba escribiendo la frase en su ipad por si hiciera referencia a algún artículo o fuera alguna parte de un texto más grande. Nada, cero resultados, la búsqueda no arrojaba ningún mensaje en particular.
Marc levantó la cabeza del papel.
-¿Crees que nos habrá encontrado? - dijo Marc en tono serio.
-Espero que no, pero ya sabes que todo es posible, ni él ni nosotros nos hemos dados por vencidos. Quería pensar que esto era una casualidad pero sabes que no creo en ellas. - manifestó Peper.
-Creo que deberíamos ir a hablar con Flanningan, quizás haya visto algo. - infirió Marc.
Tras el desayuno, ambos se dispusieron a ir a casa del Señor Flanningan, mientras Peper recogía el abrigo, Marc se dirigió a sacar el Wrangler rojo de la cochera. Wasi estaba por allí tratando de dar con algún ratoncito de campo que habría ido a buscar algo de pienso para comer, no sabía que él sería el festín.
-Qué raro - pensó Marc - hace un par de días que no veo a Alikate por aquí, andará a perras el muy cabrón.
Una vez hubo sacado el 4x4 de la cochera, accionó el mando para cerrar la puerta mientras Peper subía al mismo.
Ambos bajaron por el camino que les conducía a casa del Señor Flanningan. Era un camino sinuoso situado entre fincas de eucaliptos. Desde la ladera de la montaña contigua, no se podía ver el camino entre lo frondoso del bosque. Esto era ventajoso porque aportaba a la casa de Marc y Peper bastante intimidad.
El Señor Flanningan se encontraba cortando leña fuera de su casa cuando los vio aparecer por el camino.
-Buenos días de nuevo Señor Flanningan - dijo Peper sonriendo.
-Buenos días Peper, hija, ¿puedo ayudaros en algo?
-Venimos por la carta que nos dio esta mañana, ¿sabe usted quien pudo dejarla en su buzón? - preguntó Marc.
-Supongo que la cartera, ya sabéis como está el tema de correos en la zona, que cada día tenemos un cartero diferente y muchas veces no se enteran, ¿ha ocurrido algo? - dijo asustado el Señor Flanningan.
-No, no, no se preocupe Señor Flanningan, es que no sabemos quién la envía y viene sin sello. Llevamos tan poco tiempo viviendo aquí, que se nos hace raro que alguien pueda tener nuestra dirección ya que no se la hemos dado a nadie, es solo eso. - Respondió Peper tranquilizadora.
-Pues ya que lo mencionas... ayer en la tarde noche escuché ladrar a Caronte. Ya sabéis que no suele ladrar y solo hace que dormir el muy holgazán - dijo el Sr. Flanningan mirando a su perro, que estaba en esos momentos durmiendo en su caseta al lado de la casa. - No quise darle importancia, pero al ver que no cesaba, me puse un jersey y salía mirar por si hubiera algún gato, que ya se cómo se las gasta. La cosa es que no había nadie, pero escuché como un coche se iba colina arriba. No pude ver que matrícula tenía ni color, solo se que iba con algo de prisa y que llevaba las luces apagadas. Como no era de noche del todo, pensé que fuera por eso lo de las luces, y como tenemos vecinos nuevos en la casa de arriba, pensé que quizá se tratara de ellos. A lo mejor era la persona que dejó la carta en mi buzón, pero no puedo concretar mucho más, no obstante, la cartera está al caer, por si ella puede ayudaros más.
-Muchas gracias Señor Flannigan, ha sido usted de mucha ayuda, no se preocupe, le dejamos que continúe con lo que estaba haciendo, y que tenga muy buen día - contestó Pepper.
-Hasta luego Señor Flanningan - dijo Marc.
Marc y Peper se subieron de nuevo al coche y se fueron en la dirección que había mencionado el Señor Flanningan.
-Todo esto me resulta raro - dijo Marc.
-Algo no encaja, aunque la carta en si no nos dice nada, quizá deberíamos hablar con Úrsula por si ellos tuvieran noticias del caso Olmedo. - Dijo Peper.
-No se si es buena idea, por ese hijo de puta hemos pasado todo lo que hemos pasado, no se si deberíamos volver sobre ello. Quizás esto sea fruto de una chiquillada y no sepamos nada, vamos a esperar a hablar primero con la cartera y luego vemos como proceder, ¿te parece?, no quiero que vuelvas a pasar lo que pasaste. - dijo Marc con dureza.
Pasaron al lado de la casa de arriba, aquella a la que hizo mención el Señor Flannigan. Era una casa de piedra casi derruida que habían comprado unos hippies. Al principio solo había venido un matrimonio, pero ahora en el lugar había varias furgonetas Mercedes Vito y un par de camiones caravana. Probablemente estuvieran haciendo una comuna, en cualquier caso, no se metían con nadie y se dedicaban a hacer su vida.
-En esta casa no hay turismos, solos tienen las furgonetas y las autocaravanas, dudo mucho que fueran ellos los que iban en el vehículo que vio irse el Señor Flanningan, no obstante, deberíamos investigar quién es esa gente, pro precaución. - dijo Marc mientras pasaban por delante de la casa.
Peper iba a contestar cuando comenzó a sonar su móvil.
-¡La alarma de casa¡, no puedo ver las cámaras, están todas sin señal!! - gritó Peper.
Marc pegó un volantazo, solo estaba a 15 minutos de allí pero por carreteras secundarias por las que pasaba un solo vehículo. El móvil no paraba de sonar y Peper seguía sin poder acceder al sistema. Cuando llegaron, la puerta de la cochera estaba abierta. Peper soltó un grito y Marc frenó en secó y saltó del coche.
-Kate!! Kate!!!! nooooooo - gritó Marc.