El Muro
"No siempre gana el que llega primero,
en la mayoría de las ocasiones, la victoria
la consigue aquel que persevera por conseguir sus sueños.
Así que no lo pienses… ¡corre!"
Esta semana pasada he estado leyendo un libro de Chema Martínez llamado “No pienses, corre”. Se trata de un libro en que el medallista y atleta español te asesora, como profesional, para introducirte en el mundo del running.
En el epílogo, habla de algo que me ha llamado la atención; “El Muro”, algo a lo que se enfrentan algunos corredores cuando realizan determinadas carreras. Los que saben de ello dicen que suele aparecer sobre el kilómetro 31 o 32, que llega sin avisar y que se instala en tu cabeza para decirte que pares, que no puedes seguir, que tienes que dejarlo.
El muro es un lugar en tu mente donde chocas con tu propio agotamiento, un sitio duro, donde tienes que poner a prueba tu fe en ti mismo y tu capacidad de superación. Estás solo contra tu propio yo, de eso no puedes escapar. Llega sin avisar, te pilla desprevenido y solo depende de ti el poder apaciguarlo para poder seguir.
Creo que a nivel rutinario me he encontrado con ese muro tanto la semana como las horas que llevamos de esta, me siento agotada de hacer lo mismo día tras día y no hablo de rutina como tal. Las rutinas y los hábitos me gustan porque son una manera de llevar un orden y yo no sé vivir en caos, necesito levantarme cada mañana sabiendo que debo hacer e incluso dejando margen para imprevistos; Me refiero a que siento agotamiento de lo mismo todos los días, en bucle, pero no soy de quejarme y si fuera así, me siento tan sumamente incomprendida cuando hablo de lo que puede pasar por mi cabeza, que para que quien tenga delante me suelte un: “pues no te agobies, no sé cómo te agobias” casi que paso.
Realmente, en el libro dice que cuando llega “el muro” debes seguir concentrando, agachar tu mirada y pensar en la siguiente zancada, y luego en la siguiente, la siguiente, la siguiente… y así cuando menos lo esperes, tu mente habrá salido del pensamiento negativo y machacante en bucle para centrarte en lo que de verdad importa.
Creo que durante estos días es lo que voy a hacer, centrarme en seguir avanzando para que esto sea solo una etapa cerrada más.
Esto no es malo que pase, te recuerda que debes seguir exigiéndote al máximo. Competir contra uno mismo siempre es peor que tratar de intentar hacerlo contra los demás.
Superarte a ti mismo cada día es el reto constante que no afronta la gente mediocre y es, por ello, lo que diferencia a unas personas de otras.
La gente pequeña se sienta, se rinde, se cree que la oportunidad les llamará a la puerta y les dirá que abran que están listos, mientras que la gente grande se levanta cada mañana con una sonrisa para afrontar el día que tenga planteado y ser mejores personas de lo que fueron ayer.
La gente mediocre se conforma con la derrota y la asume, la gente grande se levanta y se enfrenta de cara a lo mismo hasta que lo supera, con o sin miedo, pero lo hace.
No sé si quienes me leéis os habéis enfrentado a ello alguna vez, pero quedaros con esto:
“cuando tu mente dice basta, tu cuerpo está al 75%”
y ese ese 25% el que marca la diferencia.
Voy a por mi 25% de hoy, ¿y tú?.