La vida es una partida de ajedrez
Hace un tiempo me escribió mi amigo Rubén y me preguntó en una conversación random si jugaba al ajedrez. Nunca aprendí de niña, la verdad, y tampoco es que le diera yo excesiva importancia, pero un par de días después, en una de mis visitas a la app de Duolingo, me salía como sugerencia y no pude negarme a aprender, al final, tengo ya el B2 en inglés y no se aún que haré con italiano.
La cosa es que lección a lección, he ido entendiendo de que iba el juego y ya juego partidas enteras, pero no puedo evitar (quizá fruto de mi recién descubierto hobby) relacionar cada partida con situaciones cotidianas y viceversa.
Creo que, en la vida, la gente se mueve entre muchos convencionalismos y no siempre se comprenden. Hay una serie de normas que rigen nuestros pasos en una sociedad y a las que debemos ceñirnos pero que no siempre tienen una explicación lógica. Esto es lo que podemos utilizar como paralelismo a una partida de ajedrez.
Cuando llegas a un nuevo entorno social, las primeras impresiones son las que van a determinar las interacciones con el terreno, como tu presentación, el tono de tu voz o la confianza inicial que denotes. Esto en el ajedrez pueden ser las aperturas, como están dispuestas las piezas sobre el tablero y que pieza avanzas en primer lugar.
El medio juego y la interacción continua son otro factor importante. Conforme avanzamos, surgen conflictos, alianzas, negociaciones. Cada movimiento social tiene una repercusión en la respuesta del otro, al igual que cuando mueves las piezas sobre el tablero. Finalmente llega el fin de partida, la consolidación o la ruptura. Al final se reducen los recursos, la confianza, la paciencia, la energía emocional. Un final bien jugado puede aportarnos una amistad duradera.
Alfred Binet fue un psicólogo francés que planteó el juego del ajedrez en relación al estudio de la memoria. En 1894 publicó un estudio pionero sobre memoria y pensamiento en los jugadores de ajedrez. En este estudio observó que los grandes jugadores no tenían una memoria fotográfica, sino que reconocían patrones en las posiciones. Gracias ello, fue uno de los primeros que demostró que la inteligencia no es solo cálculo bruto, sino organización mental y estrategia, y esto le permitió construir test de inteligencia donde se mide la capacidad de razonar y no solo la de memorizar.
Por otra parte, Marie-Louise Von Franz, psicóloga suiza discípula de Carl Jung, interpretó el ajedrez desde una psicología analítica, es decir, veía el tablero como una representación simbólica de la psique donde las piezas encajan en arquetipos. Por ejemplo:
- El rey: el Self (sí-mismo).
- La reina: el ánimo (energía integradora).
- El caballo: lo irracional.
- El peón: la persona común que puede trasformarse.
Marie-Louise utilizó el ajedrez como una metáfora para explicar el proceso de individualización, alegando que cada movimiento de las piezas sobre el tablero, refleja el diálogo entre fuerzas conscientes e inconscientes. Al igual que en la partida, la personalidad se desarrolla en un proceso de conflicto, integración y transformación en donde la meta no es solo ganar, lo es también alcanzar la totalidad.
Llevo poco en este mundo peo considero que cada partida se erige como un espejo de la condición humana. Desde los estudios experimentales de Alfred Binet hasta las interpretaciones simbólicas de Marie-Louis von Franz que entendían el tablero como un escenario arquetípico de la psique, el ajedrez ha servido tanto a la ciencia como a la reflexión filosófica y psicológica, pues en él se condensa la complejidad de la vida diaria con las necesidades de anticipación, aprendizaje continuo a través del error y la toma de decisiones en condiciones de incertidumbre.
En la vida, como en la partida, las cosas se despliegan por fases y en este recorrido, los errores son inevitables. El ajedrez también nos recuerda que no jugamos aislados, que cada movimiento implica una repuesta por parte de otra persona.
Es, en definitiva, un juego en que aprendemos a vivir con estrategia, pero también con humildad. Que nos recuerda que no controlamos todos los factores y que toca luchar y que, como en el tablero, el verdadero arte no es sólo ganar, también lo es el jugar cada partida con presencia, conciencia y sentido.
Y tú ¿sabes jugar al ajedrez?
Bibliografia
Binet, A. (1894). Psychologie des grands calculateurs et joueurs d’échecs. Paris: Hachette.
von Franz, M.-L. (1974). On dreams and death: A Jungian interpretation. Boston: Shambhala.
von Franz, M.-L. (1991). Psyche and matter. Boston: Shambhala. (→ Aquí desarrolla interpretaciones simbólicas del ajedrez dentro de su marco junguiano).
Jung, C. G. (1969). The archetypes and the collective unconscious (2nd ed., R. F. C. Hull, Trans.). Princeton University Press. (Original work published 1959).
De Groot, A. D. (1965). Thought and choice in chess. The Hague: Mouton.
Simon, H. A., & Chase, W. G. (1973). Skill in chess. American Scientist, 61(4), 394–403.
Shenk, D. (2007). The immortal game: A history of chess. New York: Doubleday. (Contexto histórico-cultural del ajedrez y la psicología asociada).