Lo que no decimos
Me da a mi últimamente mucho por observar con detenimiento mi entorno. Un gesto, una mirada, una palabra en una frase que parece que está perdida y vana y resulta que esconde más significado que toda la frase en si.
Ciertamente es muy revelador, porque el lenguaje no verbal es más interesante y ofrece mas información que muchas palabras. Anoche, sin ir mas lejos, un hombre estaba hablando en un círculo social en que yo me encontraba. En su monólogo, más interno casi que externo, manifestaba que había ido dos veces al hospital porque sentía un dolor punzante en el pecho que no sabía de dónde venía. Sus ojos se movían a vertiginosa velocidad hacia su pecho cuando movía su mano mientras lo explicaba, cabizbajo obviamente.
Captó mi atención al instante, solo me limité a escuchar tan evocador suceso pues el resultado de su monólogo no fue otro que la ansiedad. Seguidamente a este episodio, y fruto del ambiente que se mantenía en la conversación, otra persona del grupo hacía alusión a un episodio similar. Se podía ver el miedo en sus ojos mientras lo relataba. Se podía observar como palpitaba su vena del cuello conforme hablaba. Primer diagnóstico, cáncer de estómago, después ya era ansiedad confirmada.
He observado como la gente camufla sus pensamientos reales y emiten solo mensajes verbales fruto de ese miedo a ser juzgados o mostrarse vulnerables. Quizás es que la sociedad está mas pendiente de los demás que de ser justa con su propio ombligo. Es curioso como todo esto puede cambiar cuando alguien te tiende la mano y te da confianza. Todo esto es más sencillo de lo que parece, pero realmente nos hemos acostumbrado a vivir en el miedo al que dirán, a vivir con desconfianza sobre quienes nos rodean y a escondernos tras las pantallas con miles de likes para poder seguir creyendo que nuestro valor se esconde tras nuestras mejores fotos en redes sociales.
Es triste, muy triste, pero es la sociedad que estamos creando y la sociedad en que vivimos. ¿Y ahora, que?