Para no decir nada
Y se inicia un bucle nuevo.
Parece que la primera tormenta ya pasó, pero a su vez se distinguen vestigios de pasado en los que parece que cualquier tiempo pasado fue mejor y no, que va, ni un poco.
Cosas claras, hacia delante, me genera pocas dudas el pensar que hay algo más de lo que ves y realmente, si lo hay, no me apetece compartirlo.
¿Quien sabe si lo que ha sucedido es lo que tenía que suceder? Al menos las alas ya no pesan por las mañanas, no hay que explicar los motivos de su corte ni su aletargamiento, tampoco lo contrario.
¿A quién le importa? Con que el que las sujeta lo tenga claro lo demás puede esperar.
“Siento que pertenezco a este momento. Ya no espero casi nada del rival”.