Pensamiento rígido
O cómo caí en la cuenta de que mi neceser tiene más usos.
Con las festividades navideñas, mezcladas con mi trabajo y mi vida en dos lugares diferentes, la vida de caracol llevada dentro de una maleta se hizo más que necesaria. Fue en ese instante cuando me di cuenta de que no me entraba todo lo que debía entrar.
No soy una persona de maquillarse todos los días ni mucho menos, pero durante una pasada etapa de mi vida, me encantaba todo ese mundo, y dispongo de un arsenal de productos de maquillaje que ni Maria Catalá (guiño, guiño). La cosa es que hace un tiempo, mi hermana me regaló un neceser muy parecido a este:
La cosa es que, como puedes comprobar, tiene tres neceseres en realidad; dos pequeños que caben dentro de uno más grande. Pues aquí vino el primero de los problemas. Mi arsenal no cabía en los dos pequeños, ni de broma entraba y en mi cabeza no cupo la opción de plantear usar el grande que los envolvía a los tres, hasta que, tras darle vueltas, caí en la cuenta.
A mi me lo entregaron tal como lo ves en la foto, dos neceseres dentro de otro que los contiene, y en ningún momento en los años que hace que lo tengo, se me ha ocurrido pensar que podía darle otro uso. Es así, y es así y punto.
Desde muy pequeña entendí (consciente o inconscientemente), que las cosas tenían un solo uso, aquel para el que estaban creadas. Esto es que si me das un neceser que contiene otro dos dentro, ese neceser externo solo tiene esa finalidad, en ningún momento se puede usar de otro modo, y vamos, es que ni me lo cuestionaba. Hasta el día de Nochebuena, en que mi novio me vio toda atareada y agobiada por casa y me preguntó a ver que sucedía.
1.- ¿Qué es la rigidez mental?
Cuando hablamos de rigidez mental o cognitiva, hacemos alusión a la incapacidad individual que presentamos a la hora de adaptarnos a las novedades que demandan las circunstancias.
Esto quiere decir que tenemos un patrón de pensamiento y comportamiento que nos lleva a elegir actuar de una determinada manera y que es constante a lo largo del tiempo, a pesar de que obtengamos resultados no deseados o requeridos, como sucedía en lo que te he contado anteriormente de los neceseres.
Para que se entienda mejor. Yo le di mil vueltas al problemas, pensando como ordenador, como recoger todo, e incluso miré para comprar un neceser más grande en que cupiera todo lo que me quería llevar, pero ninguna de las opciones era satisfactoria porque yo debía solucionar el problema en el momento y no necesitaba un neceser mas grande, necesitaba poder mover todo en ese instante para irme a otro lugar. Intenté lo mismo una y otra vez, cuando realmente lo que necesitaba era un cambio de perspectiva y ese cambio no nació de mi, si no de un observador externo.
Cabe destacar que la rigidez mental no es un todo o nada, es decir, es más bien un extremo de una línea de muchos puntos en que posicionarse.
En resumen, la rigidez mental o rigidez cognitiva, hace referencia a la dificultad para modificar esquemas de pensamiento, normas internas o interpretaciones cuando el contexto cambia o permitiría alternativas.
Esto no implica una falta de capacidad reflexiva ni de inteligencia, todo lo contrario, suele aparecer en persona con altos niveles de control cognitivo, responsabilidad o una necesidad de coherencia interna.
2.- ¿De donde viene la rigidez mental? Orígenes.
En la investigación psicológica mantienen que la rigidez mental no tiene solo un origen, sino que emerge de la interacción entre factores biológicos, educativos y ambientales, especialmente cuando estos han favorecido la búsqueda de seguridad y predictibilidad (Diamond, 2013).
Orígenes biológicos y neuropsicologícos
Desde este punto de vista, se relaciona con el funcionamiento de las funciones ejecutivas, particularmente con la flexibilidad cognitiva, o lo que es lo mismo y como ya vimos anteriormente, la capacidad para cambiar de estrategia, perspectiva o regla ante nuevas demandas (Miyake et al., 2000).
Si los sistemas cerebrales a lo que afecta, funcionan de un modo menos eficiente — ya sea por sobrecarga cognitiva o estrés, o por una vulnerabilidad neurobiológica —, el pensamiento tiene a volverse más perseverativo y literal.
El estrés crónico desempeña un papel clave en este sentido, porque unos niveles elevados del tan mencionado cortisol, reducen la capacidad de regular la zona cerebral donde se realizan las tareas ejecutivas, lo que favorece las respuestas automáticas, rígidas y defensivas (Arnsten, 2009).
Por otro lado, en perfiles neurodivergentes como el trastorno del espectro autista, esta rigidez cognitiva puede aparecer como una estrategia adaptativa para reducir la incertidumbre y regular la sobrecarga sensorial o social, sin que ello deba considerarse un déficit en sí mismo (Hill, 2004).
Orígenes educativos.
Aunque la parte biológica es importante, no podemos dejar de lado el entorno educativo, uno de los principales contextos de aprendizaje de reglas cognitivas.
Nos movemos en entornos educativos altamente normalizados; una única respuesta correcta, penalización del error, cumplimiento estricto de instrucciones… evidentemente, todo ello contribuye a que se interioricen unos esquemas mentales rígidos, provocando por contra que un pensamiento divergente y la exploración de alternativas se vean desincentivadas.
Este tipo de aprendizajes se refuerza en entornos donde la autoridad es vertical y poco cuestionable (¿a nadie le suena esto de su época estudiantil?), lo que limita la tolerancia a la ambigüedad y la capacidad de reinterpretación (Baumrind, 1991).
En definitiva, la rigidez mental no surge por ausencia de aprendizaje, sino como resultado de un aprendizaje eficaz de normas en que el valor adaptativo reside en seguir el marco establecido sin posibilidad de cuestionarlo.
Orígenes ambientales y contextos tóxicos.
Los factores ambientales, especialmente en la infancia, desempeñan un papel central. En entornos imprevisibles o emocionalmente inseguros, donde las normas cambian, existen tensiones constantes o falta de coherencia racional, el pensamiento rígido puede funcionar como una forma de protección psicológica.
Al establecer reglas internas claras y estables, se permite al niño reducir la incertidumbre y recuperar esa sensación de control de la situación. Las investigaciones sobre experiencias adversas tempranas, muestran que estas situaciones favorecen los estilos cognitivos defensivos, entre ellos el de la resistencia al cambio (Anda et al., 2006). Aquí la rigidez no es un rasgo disfuncional en su origen, es una respuesta adaptativa a contextos amenazantes.
En la adultez, la rigidez se puede reforzar por ambientes tóxicos, como relaciones controladoras por ejemplo. En estos casos, el pensamiento rígido es más bien una estrategia reactiva para mantener una estabilidad psicológica en contextos percibidos como hostiles o demandantes.
3.- Cómo afecta esto a tu día a día: consecuencias.
Como ya habrás podido imaginar, la repercusión en el día a día es inevitable, y no solo en casos como el mío que n ose donde guardar mi maquillaje. Puede manifestarse como baja tolerancia a los imprevistos, con cambios de planes, errores o interrupciones que generan una desproporcionada frustración ya que la persona se aferrará a un cómo “deberían ser las cosas”.
Influye también en la toma de decisiones, ya que favorece el pensamiento dicotómico (todo o nada), el miedo al error y la evitación de alternativas. A corto plazo, este estilo de pensamiento reduce la carga mental, pero a largo plazo aumenta la inseguridad y el bloqueo en la toma de decisiones (Kashdan & Rottenberg, 2010).
Las consecuencias emocionales también son interesantes, ya que esta rigidez dificulta la revaluación de experiencias negativas y favorece la rumiación aumentando la vulnerabilidad al malestar emocional. Nos deja atrapadas a una única interpretación de los hechos, con menor margen para el matiz (Beck, 1976).
Finalmente, las relaciones interpersonales también se pueden ver afectadas ya que este tibio de rigidez puede limitar la empatía cognitiva, es decir, la facultad para comprender otros puntos de vista. No lo confundas con empatía emocional, esto se trata de confundir la coherencia interna con la verdad absoluta.
4.- Conclusiones.
La rigidez no es negativa en sí misma pues resulta práctica en contextos que requieren de estructura y precisión. El problema se da cuando se convierte en el único modo de pensar disponible. La clave no es eliminar la rigidez, sino en ampliar la capacidad de flexibilizar cuando lo requiere el contexto.
Gracias a ello, yo no he tenido que comprar un neceser mas grande 😏
📚 Bibliografía
Anda, R. F., Felitti, V. J., Bremner, J. D., Walker, J. D., Whitfield, C., Perry, B. D., Dube, S. R., & Giles, W. H. (2006). The enduring effects of abuse and related adverse experiences in childhood. American Journal of Preventive Medicine, 31(3), 174–186. https://doi.org/10.1016/j.amepre.2006.04.017
Arnsten, A. F. T. (2009). Stress signalling pathways that impair prefrontal cortex structure and function. Nature Reviews Neuroscience, 10(6), 410–422. https://doi.org/10.1038/nrn2648
Baumrind, D. (1991). The influence of parenting style on adolescent competence and substance use. The Journal of Early Adolescence, 11(1), 56–95. https://doi.org/10.1177/0272431691111004
Beck, A. T. (1976). Cognitive therapy and the emotional disorders. International Universities Press.
Diamond, A. (2013). Executive functions. Annual Review of Psychology, 64, 135–168. https://doi.org/10.1146/annurev-psych-113011-143750
Hill, E. L. (2004). Executive dysfunction in autism. Psychological Medicine, 34(3), 1–15. https://doi.org/10.1017/S0033291703007002
Kashdan, T. B., & Rottenberg, J. (2010). Psychological flexibility as a fundamental aspect of health. Clinical Psychology Review, 30(7), 865–878. https://doi.org/10.1016/j.cpr.2010.03.001
Miyake, A., Friedman, N. P., Emerson, M. J., Witzki, A. H., Howerter, A., & Wager, T. D. (2000). The unity and diversity of executive functions and their contributions to complex “frontal lobe” tasks. Cognitive Psychology, 41(1), 49–100. https://doi.org/10.1006/cogp.1999.0734





