Me he sentado frente a esta hoja en blanco y esta frase es lo primero que ha resonado en mi mente: ¿Por qué la gente hace lo que hace? No me refiero solo a lo malo, también a lo bueno. ¿Por qué hay personas que hacen guardias de 24 horas en hospitales privándose de sueño y con las ojeras arrastrándoles hasta los pies mientras otras personas solo quieren hacer daño a los demás?
Inicialmente pude considerar que era simplemente un problema educacional, pero realmente, ambas personas tienen acceso a las mismas herramientas, y más hoy en día en que la era digital te sopla en la nuca tras un “oye, Siri”. Después de mi pensamiento inicial, y tras percatarme de que no puede ser un problema educacional, he considerado que pudiera ser un problema motivacional. Hay gente que se siente recompensada profesionalmente ayudando a los demás y otros que creen que hacer daño al que “inicialmente” les hizo daño, les hace sentirse mejor, algo así como el ardor guerrero de un antiguo soldado espartano, pero sin Esparta ni soldado.
Siento decepcionarte, pero creo que tampoco es por eso. Finalmente, y teniendo sobre mi mesa el libro que actualmente estoy leyendo, creo que es la necesidad lo que hace que la gente haga lo que finalmente decide hacer.
Has leído bien: la necesidad, pero no te pongas nervios@, te explico los motivos a continuación. Ahora mismo te voy a hablar de la Pirámide de Maslow, pero primero te voy a contar quien era Maslow y los motivos de que tuviera en mente una pirámide.
Don Abraham Maslow fue un conocido psicólogo estadounidense que destacó por ser uno de los fundadores de la psicología humanista. Esta corriente refiere la existencia de una tendencia humana básica hacia la salud mental, manifestada por medio de una serie de procesos en que el ser humano busca la autorrealización y la autoactualización. Te diría que es un gran hombre, pero no tuve el placer de conocerle personalmente pues falleció en 1970, dejando tras de si su legado.
La pirámide de Maslow fue su desarrollo teórico más conocido. En este modelo, como ves en la imagen, Maslow postuló que el ser humano se regía por una jerarquía en cuanto a sus necesidades humanas. Primero satisfacemos las necesidades más básicas, seguidas de unas necesidades más altas o superordinadas.
Ahora te estarás preguntando; vale, bien, ¿y qué tiene que ver esto con lo que planteabas inicialmente? Pues bien, Maslow decía que únicamente las necesidades no satisfechas, generan una alteración en la conducta ya que, una necesidad suplida, no generaba ningún tipo de efecto. Esto es sencillo de comprender. Si tengo hambre (necesidad de alimentación no satisfecha), busco para comer (cambio en la conducta), mientras que, si no tengo hambre, me puedo tirar en el sofá toda la tarde sin moverme, sencillo de entender, ¿no?
Pues no queda así la cosa. Otra cosa que él sugería es que las necesidades con las que nacemos todos los individuos, son las de la base, es decir, las necesidades fisiológicas propiamente dichas, mientras que el resto de necesidades, surgen a partir de estas necesidades una vez que ya hayan sido suplidas, ¿será verdad que somos inconformistas por naturaleza?
Gracias a su pirámide, esta teoría se hace fácilmente entendible; en el primer escalón, las necesidades de las que hablábamos antes, las fisiológicas innatas y para cuando llegamos al último escalón, habremos alcanzado la autorrealización, es decir, un estado de armonía y entendimiento. Pero como hubiera dicho si esto fuera mi examen de inglés de la semana pasada, “it isn’t gold, all that glitters” y es que, no fue sencillo llegar a estas conclusiones por parte de Maslow. Para su estudio se basó en ideas de otros psicólogos y en personas como Albert Einstein, de quién hablaremos la semana que viene. También se apoyó en personas que conocía y que de forma clara cumplían con el estándar de autorrealización.
De los escritos y realizaciones de Einstein, extrajo las características de lo que se considera una “persona autorrealizada”, y posteriormente se centró en estudiar a personas que presentaban rasgos de personalidad similares. Halló de este modo que las personas autorrealizadas, estaban muy centradas en la realidad, separando lo que era mentira de lo que era genuino. Por otro lado, pudo observar que estaban centrados en los problemas, tratando las dificultades de la vida como problemas que requerían de una solución. Se percató de que muchos de ellos estaban cómodos estando solos, pero, por otro lado, mantenían relaciones personales saludables.
Claro, el discurso queda bien, pero trata de entender como le tildaron en aquella época, cuando muchas de las personas no entendían una sola palabra de lo que este hombre decía e incluso, le acusaron de ser contrario a Freud y a su teoría del psicoanálisis, algo en auge en la época, mientras el pobre Maslow se hartaba a decir que su trabajo era complementario, no contrario. En su libro Toward a Psychology of Being (1968), afirmaba: «Es como si Freud nos proporcionase la mitad enferma de la psicología y ahora debamos completarla con la mitad sana».
Para definir la experiencia humana, y por poner el foco ahora sobre mi planteamiento inicial, Maslow argumentaba que la forma en que se satisfacen las necesidades esenciales, es tan importante como las propias necesidades en sí mismas. Ambos elementos definen la experiencia humana, por ejemplo, cuando una persona satisface su impulso de ayudar a los demás por ejemplo asistiendo a pacientes en un hospital, establece también relaciones significativas con otras personas y amplía su mundo. Por el contrario, cuando entre las necesidades vitales a satisfacer tenemos el egoísmo y el impulso por satisfacer un deseo de competencia o competición, el individuo tendrá emociones hostiles y limitará sus relaciones con la realidad externa, permaneciendo internamente limitada su conciencia, ¿vas entendiendo ya por dónde voy?
Como mencioné antes, Maslow utilizó en su estudio a personas que conocía, entre ellos estaban Ruth Benedict y Max Wertheimer. A partir de ellos generalizó que las personas autorrealizadas tienden a enfocar sus problemas fuera de sí mismas, con un sentido más claro de lo que es verdadero y falso. Son más espontáneos y creativos y se alejan bastante de los convencionalismos sociales.
Esto no es ajeno a ti que me lees, ya que cada uno de nosotros cumple cada día con esas necesidades, hay quien lo hace de manera constructiva y quién, por el contrario, lo hace de manera destructiva.
Y tú, ¿has pensado cuál de esos eres? ¡Te leo en comentarios!
Bibliografia
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