Y es que... somos idiotas.
Durante mucho tiempo me sentí fuera de lugar, como que no encajaba en lo que la gente pensaba o simplemente no entendía por qué la gente se comportaba extraño ante problemas normales de la cotidianidad.
Ahora, años más tarde, lo he entendido. La gente va influenciada por su propia circunstancia personal, un comentario desde la mas profunda honestidad y sinceridad, lo toman como cargado de segundas intenciones o suspicacias, jugamos a la doble moral porque si tú lo haces, no pasa nada, pero si te lo hacen el chiste es otro.
Las personas funcionan por proyecciones; nos tomamos lo que el contrario nos ofrece, del mismo modo que nosotros lo hubiéramos emitido, dando lugar a un juego en que la persona te dice algo que en realidad no te quiere decir, empezando los calificativos de "falso" o decir que tiene doble cara.
En mi caso... nada más lejos de la realidad; sí digo que eres idiota, es que creo que eres idiota, a nivel intelectual, simple y llanamente. No lo digo por ser despectiva o molestar, no, es que creo que no tienes capacidad y te llamo idiota. No te lo digo riéndome, ni con sorna, te digo lo que percibo y te lo hago saber, como si tuviera Asperger pero sin tenerlo. No aplico emociones, comento realidades.
¿Qué probablemente no estés de acuerdo conmigo? es algo con lo que ya cuento, pero que si cuando pasa el tiempo, decides replantearte mi comentario y te ofende que te lo dijera, a lo mejor es que algo de razón yo si que tenía, porque nada ofende si no se comparte. Si yo no creo que sea idiota, poco me puede importar que tú vengas y me lo digas.
No voy por la vida llamando a la gente idiota, quiero dejarlo claro, pero se me ha dado una circunstancia personal fundamentada en mis 16 años de edad y ahora, con 35, preveo que mi yo de los 16 estaba igual de encaminado en ese aspecto que mí yo actual.
Mucha gente evoluciona lento, otra no lo hace y otra se queda estancada, eso es así. Estoy generalizando, soy consciente, pero observa en tu entorno a ver si no cuentas con la mano gente involucionada a nivel mental, que sigue los mismos patrones una y otra vez sólo por no salir de su zona de confort.
Están los que se quejan de una tormentosa relación de pareja a la que acuden día sí, día también a dormir cada noche, porque plantearse un fin les asusta más que aguantar sometidos. Están los que se quejan de lo malo que es su jefe y que vuelven cada día porque intentar mejorar su vida profesional es demasiado complicado en comparación con lo que les ofrece ese malestar. Están los que se quejan de su coche, su sueldo, su familia, su ropa, su teléfono, sus amigos, sus hijos, sus mascotas, sus compañeros de trabajo... pero no hacen nada por cambiarlo.
Y es que, querido lector, el drama por el drama, pone, mucho, y si no que se lo pregunten a todas esas cadenas de televisión que viven del periodismo sensacionalista fundamentado en el sufrimiento más directo y atroz, ya sea ahora con lo del conflicto en Ucrania o viendo a cualquier famosa de turno llorar porque el torero al que le tiró las bragas en una plaza de toros, ha decidido pasearse por otras bragas.
y es que... somos idiotas, sin doble sentido, idiotas de manual.