Siempre escuchamos eso de que “todos los días aprendemos algo nuevo” pero no las tengo todas conmigo de que eso sea realmente cierto. Muchos días no somos más que entes solitarios que vagan por un paraíso de rutina diaria al que la sociedad nos somete con las leyes auto impuestas no escritas; el trabajo con sus determinadas horas de carga laboral, la limpieza y pulcritud del lugar donde vivimos, criar a nuestros hijos, preocuparnos de nuestros mayores, pasear con nuestras mascotas y una lista interminable de “tengo que” para poder sobrevivir a diario.
Lo que nos queda por aprender.
Lo que nos queda por aprender.
Lo que nos queda por aprender.
Siempre escuchamos eso de que “todos los días aprendemos algo nuevo” pero no las tengo todas conmigo de que eso sea realmente cierto. Muchos días no somos más que entes solitarios que vagan por un paraíso de rutina diaria al que la sociedad nos somete con las leyes auto impuestas no escritas; el trabajo con sus determinadas horas de carga laboral, la limpieza y pulcritud del lugar donde vivimos, criar a nuestros hijos, preocuparnos de nuestros mayores, pasear con nuestras mascotas y una lista interminable de “tengo que” para poder sobrevivir a diario.